En el 50 aniversario de la muerte del premio nobel Albert Camus, los debates en torno a su figura siguen marcando las agendas de organizaciones culturales y literarias. La dualidad identitaria y política del escritor, su reconocido compromiso humanista y una obra que ha fascinado a generaciones enteras de lectores, son algunos de los elementos que incentivan estos debates. Ahora, cuando todavía se habla del traslado de sus restos funerarios al Panteón de París, tres especialistas se han reunido en el CCCB de Barcelona para discutir sobre su gran legado.
Un autor popular pero muy poco institucionalizado
“Si bien Camus es un escritor muy popular en Francia, no está institucionalmente integrado”. Con estas palabras, la profesora francesa y autora de distintos estudios, Chrisiane Chaulet-Achour, ha querido ubicar al escritor en la actualidad. Ella explica que, sin lugar a dudas, Camus es un autor citado en muchos actos y conmemoraciones, porque tiene el “genio de las frases cortas”, pero, aún así, no vuelve a menudo. Su notoriedad se debe esencialmente a sus lectores que han sabido acoger su mensaje. En el sistema educacional francés, Camus sólo aparece en la segundaria y, más allá, es decir en las aulas universitarias, se suele referir a otros autores que, supuestamente, tienen más peso filosófico. “Albert Camus se ha impuesto por la fuerza de su camino y de su mensaje. Pero provoca siempre mucha polémica”, explica la autora francesa. La difícil institucionalización del premio nobel puede deberse a dos motivos. Primero, el haber nacido en Argelia y ser considerado como un colono francés (un factor ineludible en la dualidad de su personalidad). El segundo, su condición económica y sus ideales humanistas que hacían de él un personaje incómodo que denunció en reiteradas ocasiones la miseria y la injustica en el norte de África.
Su posicionamiento en Argelia no es menos ambiguo. La autora argelina Maissa Bey argumenta que la obra “El extranjero” concedió a Albert Camus el rango de “escritor de la Tierra de Argelia”, pero sin ser considerado argelino. El motivo de este rechazo o distanciamiento tiene su raíz en unas declaraciones que hizo el escritor después de recoger el premio nobel. Poco después de emitir su discurso, un joven argelino le hizo varias preguntas respecto al conflicto que existía en la colonia francesa y la frase que pronunció el recién laureado quedó marcada en la memoria de todos los argelinos: “Entre la justicia y mi madre, elijo mi madre”. Muchos especialistas apoyan la idea de que las palabras de Camus fueron manipuladas o malinterpretadas pero lo cierto es que, a partir de entonces, el premio nobel fue proscrito de la tierra que le vio nacer. Todos los intelectuales argelinos se alejaron de él. La escritora Maissa Bey no recuerda haber oído hablar de Camus en su infancia salvo cuando la novela El Extranjero fue adaptada a la gran pantalla en 1967 (diez años después de recibir el premio nobel).
Humanismo, dualidad y rechazo
La tragedia de Camus reside en ser un hombre de izquierdas que ha vivido en la época colonial. Eso afirma Christiane Chaulet-Achour para describir el contexto y explicar la dualidad a veces tan criticada del escritor. Albert Camus era un periodista valiente, reconocido por sus investigaciones sobre la miseria en Kabilia (región argelina) y la injusticia, pero que dedicó su obra únicamente a la Europa argelina. Su obra no recoge nada del vasto mundo árabe que le circundaba. Según Christiane Chaulet-Achour, no fue por mala consciencia sino porque era el simple fruto de su generación: un hombre imbuido por las ideas coloniales a pesar de considerarse progresista.
Por otro lado, la autora francesa destaca su amor y su compromiso con la cultura francesa. Camus murió con 47 años y tuvo tiempo de aprender el árabe o de acercarse a la cultura mayoritaria de Argelia. Si no lo hizo, argumenta Christiane, es simplemente por elección. “Pese a su incontestable genio, había sido condicionado por la sociedad”. En ese sentido, el escritor francés Joan-Daniel Bezsonoff, también muy interesado por el premio nobel, sostiene que Camus es “un puro fruto de la escuela francesa republicana” y que el traslado de una educación típicamente metropolitana a una colonia del Norte africano tuvo que avivar esa dualidad tan característica de Camus.
En todo caso, medio siglo después de su muerte, Camus sigue siendo un escritor incómodo en Argelia. Lo evidencia una anécdota de Maissa Bey que revela los sentimientos suscitados por el escritor. A principios de año era previsto que saliera de Francia en dirección de Argelia una caravana para conmemorar el aniversario de la muerte del escritor. Sin embargo, pocos días antes de que se iniciara, una carta que criticaba fuertemente al premio nobel y lo presentaba como un traidor fue publicada en diversos periódicos argelinos. A raíz de esto, la caravana fue cancelada. Los rencores y recelos siguen vivos. Para Christiane Chaulet-Achour, lo que se ha perdido con la muerte de Camus es el rechazo al maniqueísmo. “En realidad, hemos perdido a Camus porque está prohibido pensar como él”, concluye Christiane.
Johari Gautier Carmona
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