En forma siempre ha sido una composición especial en los repertorios de las muchísimas agrupaciones musicales que poblaban la década de los 60. Normalmente se interpretaba en los descansos que las distintas formaciones daban a sus cantantes, en esas maratonianas ferias en las que uno tenía que vocalizar con el polvo del albero pegado a la garganta y en sesiones de mañana, noche y madrugada.
Yo, por lo menos, agradecía el que Glenn Miller se implicara también en el asunto y aportara su granito de arena, caramba. Que todos los componentes del grupo se apuntaban a desarrollar y demostrar sus facultades, con aquellos interminables recorridos de guitarra de punteo, guitarra rítmica, órgano, bajo y batería. Pues, póngale usted un “solo” a Pepe Roca en su stratocaster primera con esa finura suya cuando acariciaba las cuerdas; a Felipe, el de Isla, con su insistente aporrear de teclas en un instrumento colorao y a punto de derrumbarse; a Eli, de melena a la plancha; a Pepe Bayo, bajista de púa donde los hubiera, asomando su socarronería por encima de las gafas; y a Fernando, en plan afro, redoblando los tambores hasta hacerse sangre con las baquetas encintadas…
¡Quién no se ha movido alguna vez al ritmo subyugante de En forma!…
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