1. Como llegó el primer cuento.
Del desamor.
2. Cuanto de catártico y balsámico hay este libro de cuentos.
Mucho, más de lo que quisiera. Tras escribirlos me queda la sensación de que han sido ellos, los cuentos, los que me han escrito a mí y han ido por donde han querido. Me gustaría tener más control, más dominio sobre lo que escribo. Estoy en ello.
3. Técnica sencilla y certera ¿bajo qué influencia literaria te reconoces a pesar de tener tu propia voz?
Salinger, Bernhard, Monzó, Carmen Laforet.
4. La disposición de los cuentos es del final al principio ¿eres una escritora optimista?
Depende del momento vital, aunque supongo tiendo al pesimismo. Repito mucho sin darme cuenta “qué desastre”. Tengo una visión existencial bastante negra de las cosas y supongo se trasluce en lo que escribo. Los principios que he situado al final del libro, si te fijas, no son muy optimistas que digamos. Intento utilizar el sentido del humor en el contar para suavizar ese pesimismo.
5. Muchos de los cuentos son de “amor brutal” y desquiciado ¿crees que el amor es una locura?
Sí. Un tipo de amor desde luego que sí. Algo químico, sin razón. Como una droga. Te puede tocar vivirlo o no, supongo que si no lo vives puede resultar difícil de creer. Y de cara a narrar, donde esté un amor de esos de novelón ruso…
6. Debajo de “Pirámides” se esconden profundos sentimientos. ¿Cuál es la historia detrás del cuento?
La muerte. La muerte antes de la muerte. Lo ortopédicos que solemos ser los humanos al enfrentarnos a la muerte. Ese dar importancia a cosas que no importan desatendiendo las que importan.
7. Hombres y mujeres recorren tus relatos ¿se entenderán algún día?
Como en el Túnel de Ernesto Sábato, entenderse del todo diría que nunca, pero a veces se abren ventanas.
8. Que lee en estos momentos Gema Fernández Esteban.
En casa leo “El asesino ciego” de Margaret Atwood, pero como es de tamaño Canadá, en el bolso llevo “Trenes rigurosamente vigilados” de Bohumil Hrabal.
9. “Escaleras” es el cuento que más me ha divertido de todos ¿de dónde vino?
Surgió porque verdaderamente bajo las escaleras del metro muy deprisa. No sé dónde leí que a todos se nos da bien hacer algo, que era cuestión de descubrirlo y yo descubrí que era buena en semejante idiotez. Pensé que era algo triste y surgió el cuento.
10. ¿Con qué proyecto literario andas despeinada por estas fechas?
En un cuento infantil que va a ilustrar una amiga arquitecto, “La niña pez que quería ser mono”, y en escribir cuentos “más peinados”, más técnicos, que tengan menos de catarsis y más de literatura.
11. ¿Recomiéndanos un libro?
Mejor tres y de mujeres, por compensar.
Para sorprendernos y divertirnos, “Ni de Eva ni de Adán” de Amelie Nothomb. Para quitarnos el sombrero “Cuentos completos” de Katherine Mansfield.
Y para emocionarnos y abandonar estereotipos “Persepolis” de Satrapi.
12. Tus cuentos tienen un ritmo específico, consigues con el libro varios cambios de velocidad. ¿Qué le debe a la publicidad tu literatura?
Supongo que algo por mi formación y 15 años trabajando en ello. Pero tampoco demasiado porque trabajo en publicidad pero en la parte más “gris”, no en creatividad. Trabajo en investigación de mercados, análisis de consumidor, de audiencias, de medios.
Creo que me influyen otras mil cosas más (dejando de lado los libros): la pasión por el cine, los comics de mi hermano con los que crecí, la luz de Madrid, los desamores del de al lado, los propios, las salas de quimioterapia, Los Soprano, la bosanova, los tangos, los madrugones, el metro, Billy Wylder…