Hablar de José Manuel de Lara es encontrarse de lleno con la sinceridad hecha poesía. Entregado en cuerpo y alma al verso, Lara redime su sentir, día a día, asomado a esa amplia ventana que es para él la vida.
No sé lo que voy buscando
porque no sé qué he perdido,
pero hay algo en el olvido
que fue mío, no sé cuando.
Hablar de José Manuel de Lara es recordar aquella entrañable colección denominada Litoral. Es evocar al Grupo Santa Fe, al Club de Escritores Onubenses, al Grupo Celacanto, a la Tertulia Oral Odiel… Y cómo no, a su Buenos Aires querido, de cuya Academia Porteña del Lunfardo es académico correspondiente y en donde publicó poemas, tanto en El Día como en Histonium, La Nación o El Mundo. Pues, parte de su obra está recopilada en la Antología Hispanoamericana de Poesía.
Sangró la lluvia gris, cuando te fuiste,
y aún siguió sangrando, día a día,
y mojó de tristeza, honda y fría,
esa calle por la que no volviste.
Hablar de José Manuel de Lara es hablar de sus libros: Surco nuevo, Sombra infinita, Lo perdido en el tiempo, Las cuatro esquinas del aire, El silencio y la espera, Umbral de la esperanza, Plaza de las últimas citas, La voz estremecida, El cielo que he perdido, Patio de sombra… Es hablar sin oscuridades conceptuales. Es hablar de su perenne melancolía, acaso adornada por los sones misteriosos de un bandoneón.
(Foto: El poeta José Manuel de Lara, junto a Gardel)
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