Es tremendamente desagradable estar sentado tranquilamente en el sofá de tu casa, degustando un delicioso almuerzo, o cansado después de un largo día de trabajo, y encender la televisión para encontrarte una violencia totalmente gratuita y que, además, no tiene sentido ni justificación argumental posible.
Estos renglones describen a la perfección lo que sentimos el pasado martes 12 de junio los espectadores de la serie de televisión española Amar en tiempos revueltos. Resulta que es una serie que yo admiraba, en alguna temporada más que en otra y hasta he escrito sobre ella por estos lares. Sin embargo, han bastado tan solo unos segundos para que me parezca vergonzosa e indigna de los telespectadores de la televisión española.
He aquí esa repugnante escena, que a saber de la mente de qué guionista ha salido: Angélica ha encontrado un precioso gatito de un mes de vida, gris, de ojos azules, hambriento y adorable al que decide cuidar y darle el cariño que necesita. Viktor, para hacerle entender a su mujer que no es responsable de la muerte de los demás, no tiene otra idea mejor que estrangular al pobre animalito con sus propias manos.
Señores guionistas, si se trata de una serie que se emite en horario infantil, hay que tener muy en cuenta tantos y tantos factores que en múltiples ocasiones se pasan por alto. La muerte en manos de un ser humano de un animalito inocente no tiene ni pies ni cabeza cuando hay niños viento la televisión, cuando la sensibilidad del espectador en general está en juego. Me atrevo a decir que saltarse el horario admitido para todos los públicos es casi un delito. Pero, sin duda alguna, lo que me atrevo a decir realmente es algo que muchos de mis compañeros espectadores hemos pensando: queridos guionistas, ¿por qué en vez de matar al gatito no habéis decidido que el personaje de Viktor se pagara un tiro para darle a entender a su esposa, que no ha predicho su muerte, que no es responsable de los actos del mundo? Muchos creemos que la serie habría ganado muchos puntos en vez de perderlos y, por supuesto, os habríais ahorrado un sueldo más que, en esta época de crisis, nunca viene mal.