Antonio Tabucchi
Sostiene Pereira
Traducción de Carlos Gumpert
y Xavier González Rovira
Anagrama
Los nacidos que, por fortuna, no han padecido una guerra y a continuación años de dictadura, por lo general pertenecen a jóvenes generaciones, lejanas en el tiempo de tanto horror. En ocasiones, cuando alguien ya mayor, que lo vivió, les habla de aquella tragedia suelen mirar de forma extraña. Tipo raro, nostálgico y viejo, puede que piensen, seguro, cuando detalla los bombardeos sobre la población, los fusilamientos, los lutos, la cárcel, el exilio. Y para colmo, el viejo roquero manifiesta que ahora hace acopio de comida, de latas de conserva, aceite y otros alimentos duraderos por lo que pueda pasar y hasta ver que pasa, con tanto latrocinio de guante blanco y protección garantizada y miedo a un “Corralito”. También entonces, se puede pensar, que anda un poco a trasmano, como trastornado. Y vayamos a saber si no llevan razón las jóvenes generaciones. Porque todo puede ser fruto, pánico y miseria del tiempo vivido, que para ellos ya es imposible que pueda volver.
Esta actualidad que preocupa a muchos mayores, observa los trajines de los poderes de siempre, parapetados tras la máscara de la democracia. Tiempo de análisis y relecturas es como una defensa. Una de estas lecturas, tras la muerte de Antonio Tabucchi, puede ser su magistral novela Sostiene Pereira, que a través de los años continúa viva y alcanza su decimotercera edición en este año. Es una historia que transcurre en el país vecino cuando “Era el veinticinco de julio de mil novecientos treinta y ocho y Lisboa refulgía en el azul de la brisa atlántica, sostiene Pereira” Con esta ligera descripción termina el primer capitulo de la novela de Antonio Tabucchi. En ella se narra la Lisboa de 1938, tiempos de cruel dictadura y por tanto muy represiva. En la vecina España, se vive y se padece una satánica guerra civil, los rebeldes levantados contra el Gobierno legítimo de la República ganan terreno, más de media geografía se encuentra bajo su dominio, y un año después del inicio de su “marcha triunfal” implantaría la dictadura totalitaria del nacionalcatolicismo en todo el territorio, con lo que se inicia la mordaza que duró cuarenta años. Po eso no resulta extraño que los jóvenes que no han conocido la miseria que tal tipo de gobierno impone, lo miren a uno de forma rara cuando desgrana aquellos largos años sufridos y sin libertades políticas y religiosas.
El conmovedor protagonista Pereira, es un periodista modesto al que se le ha encargado la elaboración de las páginas de cultura de un periódico vespertino de poca tirada con la cabecera de Lisboa porque se edita en Lisboa. Y era una tarde soleada cuando Pereira se encuentra en la redacción del periódico, leyendo una revista católica, cuando se fija en un artículo que trata sobre el alma y la muerte escrito por un italiano, y como Pereira es católico practicante muestra su interés por el tema, por lo que todo es terminar su lectura, cuando decide hablar por teléfono con el autor.
Lo hace y quedan para verse en la Plaza de la Alegría donde hay un baile popular. Así comienza esta excelente historia del pasado siglo, donde el personaje principal, Pereira, periodista modesto, creyente y apolítico, entrará en todo un proceso de cambio, toma de conciencia, se decía antes, con la que el autor construye una trama tan perfecta y crítica que el lector más indolente si la curiosidad lo lleva a iniciar su lectura, se sentirá atrapado y comprometido hasta que al final por una congoja, tristeza y desasosiego como el de su compatriota y enorme poeta Fernando Pessoa. Y esto le hace como sentirse culpable de algo que no ha hecho puesto que anteriormente a la lectura de la novela lo había mirado con indiferencia porque esas cosas de las dictaduras y las guerras nunca correspondieron a su pasividad y el recuerdo perenne y fiel recuerdo de su esposa fallecida.
Es este el punto de encuentro con el que se inicia una intensa relación entre el viejo y distraído periodista, el joven filósofo italiano y su novia Marta, relación que a medida que avanza la narración despertará pasión, cariño y una clara toma de conciencia que transformará totalmente la vida de Pereira. El personaje lo ocupa todo desde la ternura y su continuo monólogo de hombre solitario que consulta con el retrato de su mujer desde lo cotidiano hasta los problemas de asuntos difíciles y cruciales, situaciones que van surgiendo. Así toma altura de criterios, ternura y conmoción, al verse inmerso en un mundo que siempre logró evitar, contemplarlo desde fuera parapetado en su indolencia y la tristeza de su soledad. En resumen, una obra maestra de la literatura que lleva un respetado número de ediciones. Á‰l no vivía en tiempos de indignación activa como vivimos actualmente en esta España de pandereta, rezo duro y mohoso, más manos con guantes blancos para tomar lo que no e suyo y además ser considerados inocentes. Algo que a uno le hace recordar aquello que hace años dijo públicamente un alcalde de Jerez de la Frontera: “La justicia es un cachondeo” De aquí que un juez tan digno como Garzón anime a la “indignación activa» para expresar a los responsables políticos que «deben hacer algo distinto a favor de la sociedad”.
La actualidad de Sostiene Pereira se sustenta en ser “una de las cumbres de la literatura de las últimas décadas” y ha logrando la unanimidad de la crítica. Tabucchi fue conciente de ese mundo corrupto y esa Iglesia cómplice de tantos desafueros experta en hipocresía y demagogia. Lo demostró en su Italia enfrentándose con la denuncia al imitador de Mussolini, avisando de los nuevos totalitarismos tras la máscara de la democracia. Actualmente, ante la degradación de la democracia, empezamos a sentirnos bajo una dictadura no como la de Salazar o Franco, pero a medida que avanza la corrupción protegida y la flotación de las mentiras, el conservadurismo agita la nostalgia en sólidos sectores sedientos del pasado de María y Frascuelo. Y muchos viejos roqueros observan y comentan como se le van viendo las orejas al lobo.